Mi experiencia de una semana en un velero en la isla de Elba con Raffaele, un patrón con mucha experiencia, lamentablemente resultó ser una decepción en muchos aspectos. Si bien no hay duda de las habilidades de Raffaele como navegante experimentado y su profundo conocimiento de la isla, sus cualidades positivas desafortunadamente terminan ahí.
Raffaele demostró una actitud extremadamente autoritaria y de toma de decisiones, lo que hizo que toda la experiencia fuera estresante y desagradable. Desde el primer día, las reglas impuestas fueron estrictas: el acceso a la cocina y la despensa estaba prohibido, excepto para obtener agua. La ducha del marinero es la única posible. Poca comida y siempre lo mismo. Este enfoque restrictivo creó un clima de tensión a bordo, donde cada solicitud de flexibilidad, incluso la más mínima, fue recibida con resistencia. Por ejemplo, un simple deseo de llegar a puerto una hora antes para poder relajarse y ducharse tranquilamente se convirtió en una lucha, lo que hizo evidente que el programa diario se organizaba exclusivamente para la comodidad del patrón. Otro inconveniente fue el estado del barco, que estaba visiblemente sucio y no se limpió durante toda la semana. Tuvimos que limpiar telarañas y restos de grasa. Esto ha contribuido a que el ambiente a bordo sea desagradable, sobre todo teniendo en cuenta que la solución ofrecida por Raffaele se presenta como "todo incluido". Sin embargo, la experiencia estuvo lejos de serlo. Incluso la cocina no fue la mejor, con el último día cuando encontré un bonito pelo en el plato de pasta fría con aceite y tomates cherry. Otro punto delicado se refiere a la gestión económica de las vacaciones. Raffaele exige el pago no solo de la cocina, como sería natural, sino también de todos los desayunos y cenas consumidos fuera del barco. Esto también sería aceptable si se aclarara de antemano y no fuera obligatorio, pero se vuelve inaceptable cuando resulta que el recorrido por los restaurantes ya está planificado previamente por Raffaele, con una preferencia obvia por los lugares administrados por sus amigos. Esto deja poco espacio para las elecciones personales y la personalización de la experiencia, lo que contribuye aún más a la sensación de rigidez y control. Recomendaría esta experiencia solo a aquellos que están en su primera experiencia en un velero, tal vez con niños pequeños menores de 5 años, y que aprecian un guía autoritario que les dice qué hacer en todo momento. Para cualquiera que busque una experiencia relajante, flexible y bien organizada, estas vacaciones probablemente serán una experiencia para olvidar. Personalmente, fue una semana decepcionante y lejos de las expectativas.