Mis vacaciones ideales son un viaje auténtico, donde el ritmo lo dicta el mar y cada día tiene un sabor diferente. Será relajado y cómodo, pero con ese toque de dinamismo que hace que cada vela cobre vida.

Un día típico comienza con un desayuno tranquilo, rodeado únicamente por el sonido del agua. Luego se izan las velas y partimos, sin prisa, hacia una nueva bahía o una isla por descubrir.

La navegación será agradable y nunca forzada: unas horas por la mañana para disfrutar del viento y el mar, luego una larga pausa para nadar, un almuerzo sencillo y una merecida relajación. Si el viento lo permite, otro corto tramo por la tarde para alcanzar un nuevo horizonte.

Como patrón, me gusta dirigir el barco con cuidado y pasión: cada maniobra es un gesto que te une al mar. Me encanta esa sensación de ser parte de algo más grande, cuando el barco corre en silencio y el viento hace el resto.

¿Los ingredientes de la festividad? La navegación, el mar de verdad, el placer de descubrir lugares escondidos y degustar los sabores locales. Y la libertad de sentirse fuera del tiempo.

A bordo me gusta crear un ambiente sereno: compartir lo que sé, hacer que todos se sientan seguros y parte del viaje.

Estas vacaciones son perfectas para aquellos que buscan el mar como experiencia, para parejas, amigos, viajeros solos o familias que quieran experimentar algo diferente.

Cada día es único: una nueva puesta de sol, un telón de fondo diferente, un momento que queda grabado en tu mente.

Lo que me encanta de la navegación es la sencillez: una ruta, el viento, el mar... Y eso es todo lo que necesitas.