Nos encontramos el viernes por la noche para dirigirnos de inmediato hacia Capraia, llegaremos a nuestro destino antes de la medianoche, un cruce bajo el estandarte de la comodidad y la relajación, con la esperanza de que el viento nos acompañe a las islas más salvajes del archipiélago toscano.
No hay más de 200 personas viviendo en la isla, las carreteras son tan pocas como los autos y la ciudad, a la que se puede llegar a pie desde el puerto, es un pequeño pueblo medieval dominado por el antiguo fuerte.
La Capraia es parte del parque nacional del archipiélago toscano, el mar es de una belleza única, así como el interior.
El matorral mediterráneo ofrece aromas y colores maravillosos y únicos, los numerosos senderos nos llevan a los puntos más extremos de la isla desde donde se puede admirar su belleza prístina. Una isla para amar, acogedora y sincera.
Regresaremos los domingos por la tarde.